Relatos eroticos de tu amiga Eva

Tú amiga, Eva.

Los relatos más eróticos, las historias más calientes.

Bienvenido a la sección que esta pensada solo con fines de entretenimiento y algo más… Donde el gran invitado es el sexo, la pasión, la lujuria, la aventura, la sensualidad. Porque vivir y disfrutar la vida, es la manera más inteligente de existir.

Me coje mi compadre durante en un acto de magia en la fiesta de mi hija.

Quisiera aclarar que esto que relato, no es ficticio, es como recuerdo que sucedió.

Resulta que mi marido invito a, Tere y Omar, nuestros compadres, a la fiesta de mi hija por su cumpleaños número diez.

Fueron los primeros en llegar el mero día, un sábado muy temprano para ayudarme con los exhaustivos preparativos propios de una fiesta de esta naturaleza. Justo adornábamos la casa y el traspatio donde sería el show de los payasos y del mago, cuando entró una llamada a mi celular comunicándome que no podría asistir este último, porque había amanecido sintiéndose mal. Colgué.

Inmediatamente me acerque a mi marido diciendo: “El mago no viene, está enfermo”.

– ¿Y ahora qué hacemos? ¡Era la ilusión de la niña! – Replicó.

– No te preocupes por eso comadre, yo me sé algunos trucos y puedo suplir al mago si gustas. – Dijo mi compadre Omar.
– ¡Perfecto! Asunto resuelto. – Contestó mi marido.

– ¿Pero cómo le vas a hacer? – Dije quedándome viendo su vestimenta.

– Ahora regreso, voy a cambiarme y verás que todo va a salir muy bien comadre, de hecho se me ocurre terminar con un acto que disfrutarás mucho, ¡ya verás¡

Y sin esperar más salió de la casa. Regresó como a la hora ya cambiado con una camisa blanca, una corbata de moño negra, pantalón, bombín y capa negros y algo de herramienta, al verlo mi marido le preguntó: ¿y esa herramienta?

– ¡Ah! es para hacer la caja del último acto dónde van a participar tu esposa y la mía. – Replicó entusiasmado.

– ¿De que se trata ahora tu idea loca? – Dijo mi comadre Tere con sus manos puestas en los vasos y platos.

– Ahora verás…y fue al fondo del patio donde había un enorme cachivache de madera muy maciza, cubierta de terciopelo rojo, en cuyo frente mi compadre hizo tres agujeros, uno para sacar la cabeza, uno para sacar la mano izquierda y otro para la derecha. Era bastante amplio y cabría alguien cómodamente en ese enorme cajón.

Lo acomodó a un lado del improvisado escenario que mi marido había colocado para los actos de los payasos y el mago y dijo: ¡ya está listo! Aquí estarás tú comadre y con éstas espadas Tere te traspasara en éstas pequeñas marcas y luego cerramos el acto abriendo el cajón. Y yo el gran mago, ¡te saco ilesa!

-¿Que les parece? – Preguntó al borde del delirio.

– Ay ajá.- Conteste incrédula. – ¿Pero cómo lo harás? – Le pregunté.

– Yo estaré atrás oculto hasta que Tere termine, retiro las espadas y diciendo un conjuro, ¡te rescato sana y salva! – Contestó.

– Mmm… Suena muy bien, creo que sería una experiencia con la cual los niños se divertirán mucho, ¡muy buena idea compadre! – Dijo mi marido estrechándolo por los hombros.

– La protagonista también la disfrutará, ¡te lo aseguro! – Contestó mi compadre viéndome directo a los ojos.

En ése momento sentí un escalofrío recorrer mi espalda, y sólo me encogí de hombros diciendo: “no creo disfrutar siendo atravesada”.- Y una sonrisa nerviosa salió involuntariamente de mi excitada boca.

Era ya pasado el mediodía cuando terminamos de acomodar todo y comenzaron a llegar los invitados, la mayoría niños y algunos padres que decidieron quedarse aunque la mayoría solo dejaba a los niños y preguntaban a qué hora los pasaban a recoger.

Llegaron los payasos y los niños jugaban en lo que todos se vestían para el show, los payasos hicieron su rutina, repartieron globos y premios que consistían en dulces y juguetes. Una vez que terminó el show de los payasos, salió el improvisado mago haciendo algunos trucos de magia clásicos, con naipes, y sacando flores y un conejo de la chistera o de su capa ocupando a algunos niños para sus trucos, entre ellos a mi hija a quien le apareció un lindo collar en su bolsillo y un anillo tras su oreja, todos nos divertíamos mucho con el show.

Terminando con esto mi compadre disfrazado de mago dijo en voz alta con tono de merolico: “Señoras y señores, van a presenciar un acto de alta magia, un acto milenario heredado sólo a los iniciados”.

“Donde una valiente dama habrá de soportar el peor tormento de su vida, pero a cambio obtendrá el gusto de vencer a la muerte”. – Continuaba el improvisado mago.

“La colocaremos aquí. – Y señalaba con su mágica varita los agujeros del armatoste de madera. “Sacando cabeza y manos, mientras que mi hermosa asistente, Tere, insertará dos espadas mortales, así que necesitamos una voluntaria valiente”.
– Remató.

-¿Nadie? Bueno, ¡entonces un aplauso para animar a nuestra anfitriona, la mamá de nuestra linda festejada! – Gritó entusiasmado.

Por más que quise evitar el pasar no pude pues todos me vitoreaban. Así que no tuve más remedio que pasar al frente, veía la expresión en los pocos papás que había, incluso la sonrisa de los que estaban al frente, ya que la tarima al estar elevada a casi la altura de su cara, podían ver mis piernas y tal vez algunos algo más, ya que mi corta falda me llegaba a medio muslo y, al ser amplia con cualquier movimiento mío, por leve que fuera, se veía algo de mi breve ropa interior, situación que sucedió al tomar el mago mi mano en alto y darme un giro sobre mi eje.

-Ahora pondremos a la “víctima” en la caja y me mantendré al margen mientras mi ayudante la parte en dos.- Sentenció.
Y cogiendo mi mano me condujo atrás del cajón. Cuando me dirigía guiada por mi compadre al lugar donde me acomodaría, me dijo quedito al oído: “Usted siempre sexy comadrita, que hermosa panty de encaje traes, mira como me has puesto”. –
Y diciendo esto, colocó mi mano discretamente sobre su paquete notablemente dilatado y duro.

Voltee a verlo y con una sonrisa añadió: ¡Verás como vamos a gozar nena! – Y su sonrisa pícara me calentó.

-¡No te atreverás!- Lo reté.

Y entrando a la caja, puso mi cabeza y manos en los respectivos orificios, quiero señalar que nos rodeaba un enorme telón negro de fondo que solo permitía que ya todo en conjunto, a mi solo me permitía mostrar mis manos y cabeza al frente, cuando tras las oscuras cortinas, todo quedaba oculto al animado público, mi comadre enlazó mis manos forzando mi postura un poco más inclinada mientras mi compadre atrás, aprovechando el momento se coló tras bambalinas, levantó mi corta falda y besó mis nalgas y piernas, pasó su lengua por encima de mi ajustada panty de encaje beige besando y lamiendo mi vulva y de vez en cuando pintaba mi culito con su húmeda lengua.

Poco a poco me iba excitando, y sin poder moverme libremente sabiendo que sería inútil, sin hacer un escándalo y que podría ponerme en evidencia y terminar con nuestra amistad, así que me dejé hacer y disfrutarlo.

A nadie le despertó sospechas que el volumen estuviera muy fuerte dando mayor realce y misterio al cachondo truco por seguir.

Al frente mi comadre empezó a clavar con gran parsimonia las espadas, mientras mi compadre estaba detrás de la caja con mi culito y vagina a su entera disposición a menos de treinta centímetros.

Cuando él bajó mi panty lentamente recreándose la vista con mis redondeces separó mis muslos y sacó de un jalón mi calzón, me dio un riquísimo oral que me tenía súper excitada y mojada, pataleé y me estremecí completamente, pero nadie dijo nada, pues era la supuesta reacción a la penetración de las espadas. Acarició mis nalgas y por el poco tiempo que tenía me penetró de un solo empujón haciéndome gemir justo en el momento en que mi comadre introducía completamente la espada en la madera.

Las embestidas que me daba y mis movimientos acompasándolos a los suyos sólo agregaban emoción a los niños que no sabían lo que realmente sucedía tras la caja de madera, alcanzaba a escuchar los alaridos de sorpresa y angustia de los chiquillos al ver cómo las espadas supuestamente penetraban en mi cuerpo, cuando en realidad era un duro trozo de carne el que se hundía por completo en mi mojadísima vagina.

El continuo chocar de mis nalgas contra el vientre de mi compadre disfrazado de mago me excitaba aún más… el plap plap de nuestros cuerpos al unirse era amortiguado por la música de suspenso que se escuchaba haciendo coro al acto en sí, al igual que mis gemidos y sus resoplidos del placer que sentíamos.

Me dio unas potentes y continuas embestidas tan ricas y profundas que pronto sentí como su miembro crecía y se engrosaba más listo para eyacular dentro de mi húmeda vagina que ya comenzaba a contraerse en deliciosos espasmos de placer al tener mi orgasmo bañando todo su grueso y duro pene, por fin eyaculó dentro de mí tan profunda y abundantemente que de no tomar mis debidas precauciones seguramente me hubiera embarazado.

Se recostó en mi espalda hasta dejar de eyacular acariciando y amasando mi seno, a la vez que metía su dedo medio en mi cerrado culito mientras eyaculaba la última gota de su viscoso semen en mi intimidad.

Yo no dejaba de retorcerme de placer al sentirme doblemente penetrada y con mi vagina llena de su caliente y espeso semen, me sorprendió ver que mi marido estaba feliz de ver como dejaban a su mujer como alfiletero, mientras el resto del público sentía cierto morbo de ver cómo era atravesada por las espadas sin saber que la verdadera penetración estaba sucediendo tras bambalinas.

Sacó su miembro de mi vagina y lo limpió con mi panty la cual volvió a colocarme después de sacar su dedo de mi culito diciendo en voz baja: “la próxima éste culito será mío comadrita, bajó mi falda y dándome una ligera nalgada salió al escenario al tiempo que gritaba su conjunto mágico agitando sobre mis supuestas heridas su varita mágica, retiró con ayuda de mi comadre la mampara incorporándome con una sonrisa ante el aplauso emotivo de todos los chiquillos.

Continuó la fiesta con el consabido pastel dónde no faltaron los roces discretos tanto de mi marido como de mi compadre, y éste último al sentarnos un tanto alejados de los demás me dijo: “espero te haya gustado el último acto, a mí me fascinó”. – Señaló morboso.

¡Eres incorregible! ¿Qué tal si mi marido se hubiera acercado a ti?

-Pero te gustó, ¿o no? – Me dijo cínicamente sonriendo… me gustaría tenerte para mí toda una tarde sin prisas…. ¿Qué dices, te gustaría?

Le sonreí y le contesté: ¡ya veremos!

Tú amiga, Eva.